¡Cuántas cosas han sucedido desde el mes de junio! En mi último boletín, hace seis meses, les comentaba el eco que encontró la idea de Asamblea Instituyente Europea después del Brexit. Y concluía diciendo: “hoy no basta con decir lo que hay que hacer, también hay que decir cómo hacerlo y con quiénes. Era el pragmatismo visionario de Jean Monnet. Es lo que necesitamos en la actualidad.”

Los acontecimientos de estos últimos meses confirmaron el diagnóstico y la urgencia: Brexit, Trump, ascenso en toda Europa de los partidos populistas y del sentimiento euro-escéptico, o directamente anti-europeo: las instituciones europeas están tomando conciencia de que el programa que las hizo funcionar las está induciendo a error. El despertar es doloroso. Pero aun cuando vemos multiplicarse coloquios y sabios análisis, no podemos decir que las soluciones estén haciendo fila para entrar.

En octubre, una gran conferencia « Reflecting on Europe » reunió en Bruselas a la élite de los comunicadores. Todos siguen con la idea de ir a explicarle al pueblo todas las cosas buenas que Europa les aporta. ¡Eso ya no funciona más!

En noviembre se realizó la conferencia anual de prospectiva, organizada por ESPAS (European strategy and policy analysis system), que reúne a todas las instituciones europeas. Surgen de allí tres conclusiones:
1. hay que dar un gran golpe, la política de los pequeños pasos ya no puede funcionar;
2. hay que empezar de nuevo desde los ciudadanos;
3. hay que comenzar de nuevo desde el nivel local.

Pude presentar allí brevemente la idea de proceso instituyente europeo: fue la única propuesta concreta puesta sobre la mesa, y la única que respondiera a las tres conclusiones antes mencionadas. Todo esto explica por qué la propuesta de Asamblea Instituyente, lanzada en abril como una botella al mar, va encontrando tanto eco. Les envié en mi boletín de junio el plan para el proceso. Encontrarán un resumen en adjunto.

Nuestra primera idea fue convertirla en una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE), tal como se las prevé en el tratado de Lisboa. Muchos de ustedes aceptaron ser parte del grupo inciador de la iniciativa. Muchas gracias a todos. Nuestros amigos expertos en Europa nos convencieron de no hacerlo de este modo, pues se trata de un procedimiento pesado y, como la propuesta de Asamblea Instituyente no está relacionada con las competencias de la Comisión, hubiera sido un gran esfuerzo en vano.

Juanto a Patrick Lusson y Armel Prieur, que llevan adelante conmigo la iniciativa, adoptamos un procedimiento más directo: hacer conocer la propuesta y comenzar a reunir las múltiples condiciones necesarias para su éxito. ¿Quiénes son sus protagonistas esenciales? Por un lado las regiones, por otro las instituciones europeas, en particular el Consejo Europeo, la Comisión, el Parlamento y el Comité de Regiones, que es en Bruselas la voz oficial de las colectividades territoriales.

¿Qué agenda? Ya está armada. El proceso debe durar dos años: el primero para los paneles de ciudadanos regionales, el segundo para su reunión en Bruselas. Debe pues quedar enmarcado por tres fechas fuertemente simbólicas:
- el 25 de marzo de 2017: 60º aniversario del Tratado de Roma, fecha del nacimiento oficial de la Unión;
- el 9 de mayo de 2018: 70º aniversario del Congreso de la Haya, por donde todo comenzó;
- fines de mayo de 2019: elecciones al Parlamento Europeo y luego renovación de la Comisión.

Anunciar el lanzamiento del proceso en la Cumbre de Jefes de Estado en Roma, en marzo de 2017; concluir los paneles regionales en mayo de 2018; poner sobre la mesa del nuevo Parlamento y de la nueva Comisión las propuestas que emerjan de este proceso ciudadano. Ésa es nuestra agenda ideal.

Por el lado de las regiones, la presidente de la Región Borgoña-Franco Condado, Marie Guite Dufay, decidió ya en el mes de julio de 2016 comprometerse con el proceso y ahora siguen su ejemplo las regiones de Occitania, Centro Valle de Loira y Bretaña. Ella tiene una magnífica intuición: la construcción de Europa debe ser el nuevo horizonte de los numerosos hermanamientos entre regiones europeas y, en particular, entre Regiones francesas y Länder (estados) alemanes. A partir de noviembre pasado, el estado de Renania-Palatinado, hermanado desde hace tiempo con la región de Borgoña, emprendió este camino.

En Bruselas, todos esperan una iniciativa fuerte franco-alemana para relanzar Europa. A corto plazo, esto no podrá venir de los gobiernos. ¡Mejor así! Una iniciativa conjunta de las regiones francesas y los estados alemanes, ¿qué mejor manera de afirmar el papel de las regiones en la construcción del nuevo proyecto europeo? La propuesta está sobre la mesa.

He podido presentar el 26 de septiembre último la idea de Asamblea Instituyente frente a los directivos de las regiones europeas. Adjunto lo que expuse en esa oportunidad. El Comité es consciente ahora de que la crisis europea lo lleva a asumir una responsabilidad histórica, lejos de la función meramente consultativa que tuvo en el momento de su creación. Objetivo: interpelar al Consejo Europeo para la cumbre del 25 de marzo, exigiendo un proceso ciudadano de refundación de Europa.

La Secretaría del Consejo Europeo ha visto con buenos ojos nuestra iniciativa. Expuse allí la propuesta en el mes de julio pasado (ver nota adjunta). La etapa iniciada ahora consiste en someter la propuesta a consideración de los “sherpas” que preparan la Cumbre de Roma para sus respectivos gobiernos (ver carta adjunta). Y, por supuesto, la posición del gobierno francés al respecto será determinante.

El Secretario General de la Presidencia, Jean Pierre Jouyet, ya manifestó su simpatía por nuestra iniciativa. Falta ahora que la simpatía se traduzca en un acto concreto, proponiendo a los demás Estados miembros que la iniciativa ciudadana sea incluida en el orden del día de la Cumbre. Tenemos hasta enero para lograr que eso suceda.

También hemos multiplicado los intercambios con los diputados europeos. Esta iniciativa ciudadana interesa e interpela. A decir verdad, sus conclusiones alimentarán las próximas elecciones europeas más que al Parlamento actual. En otras épocas, los diputados se mostraban muy reservados en relación a la democracia deliberativa, viendo en ella una suerte de competencia desleal: ¿acaso no eran ellos los representantes del pueblo? Esos recelos ya no están a la orden del día: la crisis de la democracia representativa es tan grande que cualquier intento por vivificar la democracia es bienvenido.

¿Y la Comisión?, se estarán preguntando. Contrariamente a lo que sucede con el Consejo, no necesitamos el compromiso de que la Comisión se interese por las propuestas ciudadanas: es la próxima Comisión la que tendrá que pronunciarse y, hasta ese entonces, el proceso tendrá que ser lo suficientemente fuerte como para que sea impensable que sus conclusiones no se tomen en cuenta.

La movilización de los medios humanos y financieros de la Comisión es, en cambio, esencial. La democracia deliberativa, tal como se llama a los paneles de ciudadanos, implica que estos últimos puedan disponer de lo mejor de la información y la opinión de expertos. Cada panel se hará rigurosamente en el idioma materno de los ciudadanos. El diálogo entre los paneles y la Asamblea Europea requerirá de medios de traducción e interpretariado de los que solo disponen las instituciones europeas. ¿No es justo que una parte de esos medios sea puesta a disposición de los ciudadanos, siendo que son financiados por sus impuestos?

La Commisión también tendrá que asumir una parte del costo de los paneles regionales y la Asamblea Europea. El Presidente Jean Claude Juncker, para sacar a Europa del marasmo, ha lanzado un gran plan de inversiones. ¡Bravo! ¿Pero qué es más prioritario hoy que la inversión humana, que el proceso ciudadano capaz de aportar a Europa el aire nuevo y el entusiasmo que le faltan hoy por completo? Porque sin ello, todo lo demás será más o menos inútil. La propuesta ya está sobre la mesa. En los próximos meses sabremos qué eco habrá encontrado en los corazones de los dirigentes europeos.

Como verán, hay mucha tela para cortar y no pocas incertidumbres. Pero si miramos hacia atrás, cuando la botella fue lanzada al mar sin mucha esperanza de llegar un día a alguna playa, y vemos el recorrido hecho en algunos meses solamente, no podemos sino pensar junto a Víctor Hugo que “nada detiene a una idea a la que le ha llegado su hora”.

Necesitamos de todos ustedes para hacer avanzar la propuesta, incluido en Gran Bretaña, pues mucho amigos ingleses quisieran debatir sobre la Europa con la que sueñan.

¡Felíz Navidad a todos y larga vida a Europa!

Pierre Calame