Queridos/as amigos/as,

A lo largo de este año me permití, en reiteradas ocasiones, llamar vuestra atención sobre la necesidad de cambiar la manera en que se viene encarando la lucha contra el cambio climático. Compartí con ustedes las dos columnas de opinión publicadas en Le Monde, en marzo y en agosto, donde defendía la necesidad de partir de obligaciones de resultado y la idea de cupos individuales negociables, así como también la columna de opinión publicada en la Croix en julio pasado, que analiza las razones por las cuales la Convención Ciudadana sobre el Clima, impulsada por excelentes intenciones, terminó perdida y multiplicando propuestas que no están a la altura de los desafíos planteados.

Esas columnas de opinión tuvieron buena repercusión. Mi propuesta de cupos individuales negociables, cuyo detalle pueden encontrar en el sitio www.comptecarbone.org, no recibió una aprobación unánime. Por el contrario, los intercambios mostraron una creciente adhesión no ya a la solución que propuse pero sí a su objetivo fundamental: tomar en consideración la totalidad de nuestra huella de carbono y asumir seriamente nuestra responsabilidad colectiva, imponiéndonos una obligación de resultado con un techo para la huella de carbono y su reducción a un ritmo anual de 6 a 7%.

Sobre estas bases parece haber llegado el momento de confrontar las respuestas que unos y otros proponen para ese objetivo en común. Junto a algunos especialistas en el tema elaboramos una convocatoria a debate con un procedimiento pluralista: diferentes escuelas de pensamiento, diferentes medios socioprofesionales. Los primeros firmantes son Jean Jouzel, ex vicepresidente del GIEC, Christian de Perthuis, fundador de la cátedra de economía del clima, Michèle Rivasi, diputada del Parlamento Europeo, Corinne Lepage, ex ministra de Medioambiente, Michel Berry, fundador de la École de Paris du Management, Dominique Méda, socióloga titular de cátedra en el Collège d'études mondiales, Géraud Guibert, fundador de la Fabrique écologique, Claude Simon, profesor emérito de la ESCP, Armel Prieur, coordinador del sitio Compte carbone, y yo.

Nos parece importante ampliar el círculo de signatarios para que este llamado tenga chances de ser escuchado y me pareció que algunos de entre ustedes podrían tener ganas de formar parte. Ouest France ya decidió difundir esta convocatoria en noviembre. El texto es el siguiente:

Los hechos son crueles. Después de treinta años de discursos, advertencias catastróficas, tratados internacionales, marchas de protesta y llamados a la responsabilidad, solo las crisis económicas y sanitarias –la crisis financiera de 2008 o la crisis sanitaria de 2020- fueron capaces de reducir, temporalmente, la emisión mundial de gases con efecto invernadero. Esto significa que, a pesar de todas las declaraciones de intenciones, nuestro modelo económico está basado, igual que antes, en una fuere correlación entre PBI y huella ecológica.

Las tendencias no son idénticas en todas las regiones del mundo. Tanto en Europa como en Francia, las emisiones territoriales están bajando claramente. Pero ese retroceso es en gran parte engañoso porque esconde emisiones inducidas por importaciones que no figuran en nuestro territorio, pero que forman parte de nuestra huella ecológica. Esto nos lo recuerda, en octubre de 2020, el informe del Alto Consejo para el Clima cuando muestra que nuestra huella de carbono aumentó de 1995 a 2005 y disminuye desde ese entonces, ubicándose en la actualidad alrededor de las 11,5 toneladas anuales por habitante, al mismo nivel que en 1995. Pero desde los años 2010, las emisiones importadas han superado las emisiones en el territorio nacional.

Se impone un cambio radical de nuestro modo de vida y de desarrollo. ¿Quién puede dudarlo todavía? ¿Pero cómo cambiar la marcha? ¿Con qué herramientas económicas? Silencio. Ni una palabra.

Organicemos en Francia un debate abierto sobre la manera de estar a la altura de los compromisos que asumimos. Pasemos de una obligación de medios a una obligación de resultado. Nos hemos comprometido a poner un techo a nuestra huella de carbono y a reducir ese techo del 6 a 7% año a año. Debatamos públicamente la manera de hacerlo, conciliando la eficacia de los medios utilizados y la exigencia de justicia social, sin la cual el ajuste recaerá inevitablemente sobre los más pobres. Este debate es tanto más urgente cuanto que es a escala de la Unión Europea y dentro del marco del Nuevo Pacto Verde que debe organizarse –en virtud de la dimensión de los intercambios intra-europeos- ese paso de las obligaciones de medios a una obligación de resultado.

Convocamos a los científicos, los economistas, los distintos integrantes de la sociedad a aceptar un debate abierto sobre las soluciones que respeten esa doble obligación de resultado. Proponemos que las alternativas que este debate ponga de manifiesto sean luego objeto de una deliberación ciudadana. La reciente Convención Ciudadana para el Clima mostró claramente con cuanto entusiasmo y seriedad los ciudadanos podían ocuparse de cuestiones supuestamente complejas pero que comprometen el futuro de todos.

Si desea firmar esta convocatoria, le agradecemos tenga a bien indicarlo en el sitio: www.acclimater.fr

Mis más cordiales saludos,

Pierre Calame